Todo por una foto, un salto y poco más que dejar grabado de este Partido de las Estrellas. Lo importante es lo acontecido, el simbolismo del punto al que la familia del basket español ha llegado gracias a otra familia, la de los Gasol Sáez. Lo relevante es la fecha y la actualización de la wikipedia. El hito histórico para el plus de estatus y biografía de los protagonistas, un subidón que salpica y gotea satisfacción para cada secundario y figurante de cameos de todos los que pasamos por ahí o vivimos el mientras tanto.

Lo malo es que el All Star Game de los Gasol se recordará como el del récord total de puntos, pero también como el del tope de Westbrook en una mitad de partido, un récord de dedo acusador porque nunca un jugador lanzó 28 tiros, mucho menos en 25 minutos y siendo suplente. Ese es otro símbolo, el de un espíritu bajo sospecha, el de una generación que no sabe jugar o no entiende cómo se juega este partido. Eso y que la NBA cada vez sea más localista en la organización genera un peligroso y creciente rechazo en muchos telespectadores de fuera, lo cual será revisado a buen seguro por Adam Silver. La NBA debe encontrar el incentivo para que los 24 protagonistas jueguen con el sentido, el respeto y el tono competitivo que merece. Sí me quedo con las ganas de LeBron y con detalles para la localización del evento en tiempo y lugar, como el alley-oop completado por Nowitzki y el mate de Duncan. Del All Star de los hermanos Gasol me llevo la foto del salto, otras de otros saltos (de LaVine) y unas orejeras para el frío.