El Unicaja puede discutir esta Copa a los grandes

¿Dos y medio por lo alto? En las catorce ediciones de la Copa del Rey de este siglo sólo ha habido seis finales Madrid-Barcelona, pero la última tendencia es indiscutible: cuatro de ellas han tenido lugar en los últimos cinco años. El baloncesto ha regresado a su condición bipolar en los últimos tiempos, en la era de la última gran depresión económica. En el momento de aquella espectacular final Tau-Unicaja (Madrid 2009), la de Rakocevic, Mickeal y Teletovic, aún se le estaba llamando desaceleración a la crisis. En el mejor supuesto de que los brotes de la recuperación sean más verdes que ocres, parece que aún no se han dejado sentir en el baloncesto. Sólo el Unicaja puede presumir de haber ofrecido en lo que llevamos de temporada capital y estructura suficientes para poderle discutir esta competición a los dos grandes.

El dilema de Pascual. El Barça afronta la Copa con condicionantes que pondrán en la rotación y las decisiones en pista de Xavi Pascual mayor dependencia y determinación sobre el éxito o el fracaso del equipo. Navarro y Oleson están recién llegados, preparados quién sabe para qué y para cuánto. Y Abrines y Hezonja han presentado credenciales para ser considerados solución en muchas coyunturas. Los cuatro pueden tener uña para una guitarra como ésta. Para el resto de posiciones y funciones, a Pascual le será más fácil decidir y está por ver que el Valencia pueda ofrecer sin Lishchuk la dureza interior necesaria para sujetar a Tomic. El Barcelona lleva siete años sin caer en el cruce de cuartos de final.

El peligro de los años. Al líder de la Liga Endesa, el Unicaja, le ha tocado manejar su condición de favorito en la ronda de cuartos contra el Bilbao, un rival con experiencia y atrevimiento, un equipo que destaca por el control del ritmo del partido, su solvencia defensiva y la dependencia que tienen su circulación y latido del tiro de tres. Sólo el Joventut lanza más triples esta temporada que el equipo de Sito Alonso. El Unicaja, que lucirá el brillo de Granger y Kuzminskas, ha sido quizás el equipo más pulcro, equilibrado y pulido en los últimos cuatro meses. Las opciones de Bilbao pasan por la sorpresa, la imprudencia, la irreverencia y el desconcierto.

Americanos de complemento. También los estadounidenses han perdido estatus o quizás cada vez vienen peores americanos. Por mucho que la teoría de los calzoncillos (el silogismo del número de calzoncillos en la maleta en relación a la confianza con la que se afronta un torneo como éste) la elaborara un bilbaíno como Juanan Morales, el formato de esta competición remaba favorable a la psicología y al físico habitual de muchos estadounidenses, habilidosos para jugar a gran nivel atlético y mental tres partidos en tres o cuatro días. Muchas de las caras de la historia de esta competición son de jugadores como Kevin McGee, Mark Davis, Pinone, Arlauckas, Turner, Toolson, Bennett e incluso de casos recientes como Alan Anderson y Pete Mickeal. Pero en los últimos años el dominio nacional ha sido significativo, con Rudy Fernández (2), Garbajosa, Trias, Fran Vázquez y Llull acaparando premios de MVP. No parece probable que el escenario de Las Palmas de Gran Canaria pueda permitir explosiones de jugadores como K. C. Rivers, DeShaun Thomas, Caleb Green y ­Harangody. En este asunto no hay riesgos importantes de evasión de capital.