Aprovechemos el Twitter, que en los 80 los brutos iban de incógnito

Entre los vándalos. En 1982, Bill Bufford, un estadounidense residente en Gran Bretaña que no tenía ni idea de fútbol, esperaba un tren en una pequeña estación de Gales. Cuando llegó el convoy, se subió y compartió las tres horas de trayecto más espeluznantes que ustedes puedan imaginarse. El tren iba repleto de hooligans del Manchester United que desmontaron, de manera literal, el vehículo antes de que llegara a Londres. Bufford, impactado por la experiencia se interesó por el fenómeno de la violencia en el fútbol y escribió uno de esos libros que marcan una época. ‘Among the Thugs’ (traducido en España como ‘Entre los vándalos’ por Editorial Anagrama) narra la historia de las más peligrosas ‘firms’ de hotentotes que por aquel entonces llenaban las gradas del fútbol inglés. Bufford convivió con ellos en finales, desplazamientos de Copa de Europa y el Mundial de Italia. Ese libro, apasionante y escalofriante por igual parecía una obra de arqueología.

El repunte. La aventuras de Bufford nos parecían lejanas hasta esta era de crisis y de dudas. Hemos visto en poco tiempo cómo mataban a un ultra al lado del Calderón; como el los hinchas del glamuroso Chelsea regresaban a sus orígenes del National Front en el metro de París impidiendo a un negro entrar en un vagón y a los bestias del Feyenoord convertir la Piazza Espagna de Roma en la Grand Place de Bruselas antes de la final de Heysel de mayo del 85.

Diferencias. De los ultras racistas que poblaban en los 80 las gradas de Europa nos enteramos tarde todos. La policía, las televisiones y las autoridades. No se diferencian en nada de los que repuntan ahora mismo con actitudes que creíamos desterradas del fútbol e incluso de la sociedad. Pero todo vuelve. Lo que pasa es que ahora es más fácil denunciarles. La fuerza de la imagen grabada por los asustados clientes del metro de París identificando a los que impedían entrar al ciudadano al vagón ha sido un misil en la línea de flotación de los movimientos violentos.

Aprovechar. Las nuevas tecnologías pueden servir para muchas cosas, incluso para que los violentos alardeen de sus gestas, pero también para dejarles en evidencia. Es ahí, donde la policía tiene armas que antes no tenía y la responsabilidad ciudadana debería de mostrarse firme.