En todos los campos quieren a Isco

El otro día lanzó Antonio Romero en Carrusel un balón viboreando: “Isco es ahora mismo el mejor centrocampista del mundo”. Valdano, con su proverbial sensatez, declaró el debate apresurado, como sin duda lo es. Pero mientras, hubo un cúmulo de llamadas al programa en las que un buen número de aficionados exponía favoritos con más méritos, a sus juicios, de los que podía presentar Isco. Escuchados todos los nombres, llegué a la conclusión de que Isco sería, cuando menos, un ‘primus inter pares’. No me vi capaz de colocar por detrás a algunos de los que decían, pero tampoco por delante.

¿Quién es el mejor, qué quiere decir ‘en este momento’? Esa era la discusión. Podemos reducirlo a términos simples. Mejor es el que usted o yo escogeríamos antes echando a pies. ‘Este momento’, un término que parecería vago en la expresión primera de Antonio Romero, podría ser traducido por ‘lo que va de este curso’. O sea, lo que ha pasado desde el Mundial hasta hoy. Y lo que ha pasado desde el Mundial hasta hoy es que Isco se ha afianzado en el Madrid, que con él ha ganado el Mundialito, salta barreras en la Champions y es muy líder en la Liga española, la que más puntúa en el ránking UEFA.

Cierto que, como decía Valdano, el debate resulta apresurado. Hace falta tiempo para elevar a un jugador a tal altar. Nos lo enseñaron de niños: lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Y así es. Pero en el caso de Isco hay una línea de proyección que es obligado respetar. En Valencia, Unai Emery le consideró un gordito sin futuro. En el Málaga, se responsabilizó de un proyecto complicado. En el Madrid, supo hacer cola en un primer año difícil. En su segundo curso se ha hecho imprescindible. Vuelve, corre, quita. Y cuando la tiene, la guarda, la pisa, la esconde, la burla y la da limpita. La gente le quiere.