Isco tiene el sentido común de los cinco sentidos

La cuestión de Isco es una hermosa coincidencia de la que disfruta el fútbol de tiempo en tiempo, con una cadencia que se parece a la exactitud de las estaciones. El caso de Isco se emparentó enseguida con el ejemplo futbolístico de Iniesta y hay que corroborar la comparación. En ambos futbolistas se dan esas similitudes que se les atribuyen hasta un grado excelso. Ahora la gente de los estadios, favorables y contrarios a su equipo, se levanta en pie para aplaudirlos, porque no están aplaudiendo unos colores sino una actitud. Y en los dos aplauden lo mismo, el jogo bonito.

Los dos aportan, con su sentido del desmarque, algo que requiere el fútbol moderno: reserva de energía, mínimo esfuerzo y eficacia máxima. Isco juega mirando, oteando el horizonte, como decía Matías Prats. El objetivo de su juego, como el objetivo del juego de Iniesta, es animar a sus delanteros a estar más atentos que de costumbre, pues lo que ellos hacen no es aritmética sino geométrica.

Cuando el Madrid fichó a Isco en realidad fichó con los cinco sentidos a un muchacho que tiene el sentido común de los cinco sentidos. Por eso es el primero de la clase. Su clase no se discute: a él hay que echarle de comer aparte, él juega para otra grada, como Iniesta. Por eso lo aplauden sus adversarios, porque en realidad juega para ellos, para que el fútbol tenga sentido. Isco le da sentido al fútbol; aplaudirle es pedirle que siga jugando así su fútbol global...