Más protestas que juego

El resultado es malo para el Atlético, pero cruzado con su decepcionante actuación debe darse hasta por bueno. El Bayer fue mejor. Y en todo. En lo colectivo y en lo individual, en ambición y en comportamiento. El Atlético no se pareció a sí mismo, o a su versión habitual en tiempos del Cholo. Jugó menos de lo que protestó, igual una mano alemana que no era (y que en la contra, por culpa de la masiva reclamación, casi le cuesta otro gol) que una plancha de Godín contra una rodilla enemiga. Los rojiblancos (los casi blancos, mejor dicho, que se usó de nuevo la camiseta sacrílega) mostraron más querencia a acorralar al árbitro que a la portería rival. Fue grande su desatención, un rasgo que había suprimido últimamente de su diccionario.

No atacó el Atlético (lo que tampoco es necesariamente una novedad) y se defendió muy mal. Y hasta los valores seguros (léase Godín, Gabi o Tiago) fueron una colección de fallos y despropósitos. Sirva la expulsión del luso como prueba de que el Atleti no tenía esta vez la cabeza en su sitio. Una torrija de partido, entre pobre y apática, huérfana de balón, que le obliga a una hombrada en la vuelta. Menos condena, eso sí, de la que mereció. Lo que igual puede mirarse como virtud.