Marcelino, el profesor vinagre

Todos hemos tenido un profesor de esos que son un poco agonía, un vinagre, para entendernos. Uno de esos profesores que no perdonan ni una, que nunca se relajan en ningúna clase y que a veces llegan a ser odiosos. Así más o menos me pintaron a Marcelino el día que iba a llegar al Villarreal. Como un tipo metódico, obsesionado con su trabajo, de carácter fuerte y que era difícil mantenerle el ritmo. Y la verdad es que, más o menos, en algunas cosas acertaron. Es pesado, tenaz, competitivo y, sobre todo, es una persona que va a por todas. Supongo que eso hace que muchas veces los jugadores del Villarreal estén un poco cansados. De su báscula, de sus métodos, sus entrenamientos, de estar siempre encima corrigiéndoles... Pero, con Marcelino, el Villarreal hace dos cosas que antes no hacía: dar la cara siempre, compitiendo allá donde juega, y, sobre todo, hacerlo con jugadores que casi todos ellos presentan su mejor versión a sus órdenes.

Así, este Villarreal, sin el glamour ni el nivel de otras plantillas que ha tenido en su historia, sí tiene algo que si aquellos hubieran tenido posiblemente hoy el Villarreal tuviera algo en sus vitrinas. Marcelino llegó para dirigir a un equipo en Segunda al que el Castilla le ganó por 5-0. Anoche empató en el Santiago Bernabéu.