Como era previsible, Carlos Sainz ha dado la talla en su primera pretemporada de Fórmula 1. Seis días de test repartidos en tres diferentes tandas y dos circuitos, Jerez y Montmeló, han servido para refrendar que está más que preparado para el reto de la Fórmula 1. Ahora podemos respirar tranquilos, pero lo cierto es que durante unas semanas su futuro pendía de un hilo (suerte que Vettel decidiera marcharse a Ferrari) y hubiera sido un desastre injusto que el madrileño quedara fuera de la parrilla. Eso ya es historia y lo que toca es mirar hacia adelante, es ahora cuando verdaderamente empieza su gran desafío. Si difícil es llegar a esta élite del automovilismo mundial, no menos es mantenerse en ella a lo largo del tiempo.

Sainz ha completado con éxito su programa de preparación invernal, tanto dentro como fuera de las pistas. Se le ve más fino físicamente que nunca y en los entrenamientos ha cumplido con las expectativas de Toro Rosso. El accidente con el que cerró la primera sesión en el Circuit fue puramente circunstancial, con poca responsabilidad por su parte ante un imprevisto como el viento (similar, por tanto, al de Alonso si damos por buena la explicación de McLaren). Y el sábado se despidió de la pretemporada con los deberes bien hechos y con la vista puesta ya en el domingo 15, cuando su sueño de verse en una parrilla de F-1 se haga realidad. Ése sí será el momento de la verdad y habrá que concederle el crédito que merece cualquier debutante. Carlos le ha tomado el pulso a la dinámica de su escudería, ahora le queda la tarea de hacerlo con la propia competición.