El caso Ghilas, el Comunio en el Sevilla y la filosofía Paco

Polémica. El Córdoba se juega la vida el próximo lunes ante el Getafe y Nabil Ghilas, su estrella, está castigado. El argelino, señalado por trasnochar con Bebé, Rossi y Krhin después de perder con el Valencia, no se calló delante de Djukic cuando éste le reprochó en público recogerse de día en sus casas. Ghilas, que fue a entrenar aquella misma mañana, mantiene que está cumpliendo los objetivos que le puso el club (siete goles) y que su vida privada es precisamente eso. No obstante, sus subidas y bajadas de peso desconciertan a técnico y directivos. Según Diario de Córdoba, después de tardar cuatro meses en alcanzar un peso ideal, ha vuelto a recuperar tres kilos. Djukic está en la encrucijada. Para salvarse, necesita al argelino.

Campaña. Vigo quiere a Krohn-Delhi. Tanto que el otro día, y como resultado de una iniciativa espontánea en redes sociales, aprovechó el minuto 23, dorsal del danés, para ovacionarle ante el Elche y corear su nombre. El objetivo, que Carlos Mouriño, presidente del Celta, renueve al centrocampista, reconvertido a esa posición por Luis Enrique después de destacar como extremo en la Eurocopa 2012 de Ucrania y Polonia. A Krohn-Delhi, puntal básico de Berizzo se lo rifan en España y en la Premier. En Balaídos muchos le dan por perdido. Él ni siquiera descarta volver al Bröndby, club en el que hizo carrera.

Son como niños. El españolista Sergio García admitía ayer en una entrevista a El País que ya ha pasado de la pantalla ochocientos en el Candy Crush. Pero hay más. En el vestuario del Sevilla, como en otros muchos, uno de los pasatiempos preferidos es el Comunio, el juego que se vertebra en las picas que dan los cronistas de AS. En el Sevilla, el administrador de la Liga es Iago Aspas, un enfermo del fútbol. Ya hay perdedores de la primera vuelta: se pagarán cenas. Para la segunda se han creado nuevos equipos.

Estilo. Uno de los equipos de la semana fue el Rayo de Bueno, que esta semana viaja al Camp Nou. Como todos los años, y más después de haber encajado nueve en sus dos últimas visitas a Barcelona, a Paco Jémez le preguntaron en una entrevista a UEFA.com si pensaba cambiar de plan. “Me convertí en entrenador para ver a mi equipo jugar bien. Ganar por ganar no me interesa”. Una filosofía.