Cero patatero

En caída libre. Otro fiasco. El aire empieza a ser irrespirable. El madridismo sigue en estado de shock. Va más allá de una simple racha negativa. Esto resulta frustrante. Y bastante inexplicable. Iker Jiménez tendría que echar horas extras en su espléndido Cuarto Milenio para exponer cómo un equipo puede enamorar al mundo con su racha triunfal de 22 victorias para pasar, en apenas tres meses, a ser un conjunto vulgar, ramplón, plano, previsible, descastado y sin gol. La BBC interrumpió sus emisiones hace semanas. Benzema sigue en ese mundo en el que sólo se estudia la asignatura de diseño, olvidándose de que hay que hincar los codos para mantenerse en la cumbre. Bale, a pesar de su joya de arte con ese remate al poste desde 40 metros que hubiera dado la vuelta al mundo si llega a entrar, se mantiene con esos claroscuros que terminan por desesperar a la tropa merengue. Y Cristiano estuvo bien en el juego al primer toque en sus contadas apariciones, pero su lanzallamas ha dejado de echar fuego desde hace tiempo y eso nos tiene a todos altamente preocupados porque este equipo depende mucho de su furor combativo y esa modélica ametralladora goleadora que sigue atascada. En 180 minutos, el Madrid lleva un solo tanto y fue de penalti. Y sin gol, no hay paraíso...

Athletic. El justísimo finalista de la Copa del Rey acabó por espantar los fantasmas que le habían maniatado en el imponente Nuevo San Mamés. Que nadie olvide que este Athletic había perdido aquí con el Córdoba (0-1), el Elche (1-2), el Granada (0-1), el Atlético (1-4) y el Barça (2-5). Y había empatado con el Eibar (0-0), el Celta (1-1) y el Málaga (1-1). Nada menos que 21 puntos volaron de esta maravilla arquitectónica. Pero los leones respetaron su apodo mordiendo desde el minuto 1. Y eso que tuvieron un partido intenso el pasado miércoles. El Madrid, al contrario, salió otra vez dormido y con una lentitud y falta de ardor emocional que resultaban desesperante. Se tiran toda la semana de descanso en el spa de Valdebebas y en vez de salir a morder el fin de semana, empiezan los partidos como si estuvieran jugando una pachanguita entre los colegas del barrio. Siempre hay honrosas excepciones (todo el cuarto defensivo, con Pepe y Varane al frente, y Kroos, que de nuevo acabó reventado y fundido). Hasta Isco, que siempre da la cara, estuvo fallón y falto de magia. El juego del todavía líder circulaba con un aire rutinario y conservador, con unos toques horizontales y previsibles que se rompían con unos absurdos pelotazos al área bilbaína. Los de Valverde, entrenador ejemplar, estaban comodísimos pese a las bajas de San José, Laporte e Iturraspe. Ellos fueron leones, con el imponente Aduriz como rey de la manada (su cabezazo imperial hizo recordar lo que debe ser un nueve de verdad). Enfrente, muchos parecían lindos gatitos...

Crispación. Merecían otra imagen los peñistas que viajaron a San Mamés (Drakkars Blancas de Ermua, Vikingos de Bilbao, Capote y Montera, Chelle, Peralta de Navarra, Pamplona Blanca, Carabaña, We are the Champions, Villalbilla, Cinco Estrellas o La Gran Familia). Imagino cómo se sintieron. También me trasladan su malestar las Peñas Caudete de Albacete, Albox-85 y Montcada. Florentino cumple hoy 68 años e Illarra 25. Me imagino que habrá pocas ganas de fiesta. No hay nada perdido y todavía se puede arreglar la úlcera ganando el Clásico del día 22. Pero con otra cara. Otro fútbol. Otro espíritu.