Hace falta que alguien se lo diga

Cuentan los amigos de Cristiano Ronaldo que, cuando juega mal no hace falta que se lo digan que él lo sabe y que se le nota durante varios días. Pero en todo caso, por lo general, casi nadie se lo dice. Si el colega le ha ido a ver al propio estadio, me imagino que se evita esa conversación por deferencia hacia el portugués. Si le hospeda en su casa, hogar de muchos familiares y amistades porque a Cristiano siempre le gusta estar rodeado de lo suyos, sería casi de mala educación mencionárselo. En todo caso, debe ser complicado hablar de fútbol en las últimas semanas en Casa Cristiano tras sus dos únicos goles en ocho partidos..

Un buen amigo, que no tuviese temor a la respuesta, le diría que ahora no corre suficiente al espacio, que le cuesta irse de los defensores, que no participa lo suficiente en la creación del juego, que incluso se está dudando de su posición en el olimpo del fútbol porque no está sustituyendo sus limitaciones físicas (por primera vez en su carrera el cuerpo no le está dando lo que necesita, lo que le había dado siempre hasta esta racha horrible) con juego. Está Cristiano en el mayor reto de su carrera profesional porque en los últimos doce meses sólo se ha visto su mejor versión de agosto a diciembre. Y ahora le toca, nada más y nada menos, que liderar el regreso a la mejor versión individual y colectiva del equipo. Si lo consigue... así se escribe la historia.