El boxeo, más vivo que nunca

Hace años que el boxeo comenzó a agonizar en España. Hubo un tiempo en el que nuestros púgiles eran popularísimos. Carrasco, Legrá, Urtain... Luego aparecieron Perico Fernández, Poli Díaz y, más tarde, Castillejo, El Lince de Parla, el último gran campeón que hemos tenido. Pero ya no eran lo mismo. Castillejo llegó a pelear en Las Vegas, protagonizó un combate estelar ante Óscar de la Hoya con mucho dinero de por medio, pues el combate se ofreció por la televisión de pago, mas por aquellos años (2001) el boxeo estaba socialmente condenado en España. Y si algún resquicio permanecía abierto, la posterior explosión que vivió nuestro deporte con Nadal, Alonso, el baloncesto, etc, se encargó de cerrarle el paso.

Pero al tiempo que desaparecía de nuestras imágenes, se reforzaba en el mundo. Ahora mismo la expectación por el Mayweather-Pacquiao del próximo 2 de mayo supera la de cualquier otro combate celebrado en la historia, incluidos los de Ali. Estamos hablando de setecientos medios de comunicación para cubrir un acto de ambos púgiles sin preguntas, de entradas entre 1.500 y 7.500 dólares, de cien euros para verlo por televisión, de una recaudación total superior a los 150 millones... Pocos espectáculos hay capaces de mover estas cifras. El boxeo está muy vivo. Aunque nos creamos que ha muerto. Pero no. A altos niveles es incluso un gran negocio. Ya quisieran otros deportes que aquí subvencionamos tener su salud.