Mercedes ha dado en el clavo

Durante cuatro años, Red Bull dominó la F-1 gracias a las soluciones aerodinámicas casi mágicas de Adrian Newey. Fue en esa época cuando Montezemolo, desde la presidencia de Ferrari, lanzó su famosa reivindicación: “Nosotros hacemos motores, no aviones”. Pues desde 2014 los propulsores volvieron a recuperar gran parte del protagonismo perdido pero con una orientación bien diferente a la que reclamaban desde Maranello. Seguía existiendo un grupo térmico pero mucho más pequeño y menos influyente que con anterioridad, ya que los V6 de 1,6 litros y turbo se complementaban con una tecnología eléctrica que daba carácter híbrido a las bautizadas como unidades de potencia. Sistemas complicados y novedosos que se les atragantaron a la mayoría de los constructores.

Sólo Mercedes dio en el clavo a las primeras de cambio, diseñando un propulsor muy superior al de sus rivales de Renault y Ferrari (la llegada de Honda no ha cambiado el escenario, más bien lo contrario porque tampoco han acertado por el momento con su propuesta). Una ventaja que va a ser difícil de neutralizar, se trata de una superioridad conceptual que parece blindada por las limitaciones de evolución que impone el reglamento. Así las cosas, creo que podemos estar ante otra etapa hegemónica de una escudería, lo que afecta negativamente al espectáculo. Sólo una intervención contundente de la FIA podría variar la tendencia y no me extrañaría que se produjera antes o después.