Noche para la historia rojiblanca

El sentimiento rojiblanco tuvo ayer su gran noche. La suerte se lo debía. Hasta San Isidro se vistió de colchonero. Algo desconocido. Los de Simeone siguen adelante, a los cuartos de la Champions, gracias a la tanda de penaltis. Ni los más viejos del lugar se lo podían creer en el Calderón. Nunca habían superado una en Europa. Incluso el gol de Mario Suárez contó con la ayuda de un jugador alemán. Las finales de Lisboa y de Bruselas ya quedan en el olvido. El Atlético sigue adelante, aunque se lo tiene que hacer mirar. Porque la realidad es que fútbol no hubo nada de nada, pero la ilusión, la intensidad y la condición física fueron sus mejores armas. Esta ha sido una prueba de fuego para pensar que, a poquito que mejore, a este equipo todavía le queda disfrutar de lo mejor del año.

Giménez en especial estuvo maravilloso. Fue el digno relevo para su maestro Godín. Cortó, mandó, templó y hasta se permitió el lujo de sacar la pelota con criterio. El problema en esta ocasión y, eso que el Cholo fue valiente con la opción de Cani, es que los jugones ni se enteraron de qué iba la fiesta. Estuvieron bastante desaparecidos. Pero entre la grada y esa camiseta rojiblanca, que defendieron hasta el límite de sus fuerzas, se consiguió la machada. Simeone puede estar contento de la afición. Ni un sólo silencio en una noche que pasará a la historia del feudo rojiblanco. El equipo dio un pasito más hacia Berlín y es momento de hacer autocrítica. Este equipo todavía tiene muchas asignaturas pendientes que debe solventar cuanto antes.