Adecuar la táctica a los futbolistas

El City confía en poder aprovechar las pocas rendijas que ofrece el Barcelona. Como, por ejemplo, recuperar la posesión cuando el equipo de Luis Enrique se eche hacia arriba con ese estilo directo con el que se siente más a gusto; como los centrocampistas culés conducen el balón, un robo podría pillarles desorganizados. O buscar la contra en una de esas ocasiones en que los interiores blaugranas se han metido en el área y los laterales han buscado la profundidad. O aprovechar la teórica superioridad en las jugadas a balón parado. O hacer daño en los ratos en que el Barcelona pierde el control. Pero, todo pasa porque el entrenador adecúe la táctica a los futbolistas que tiene.

Lo que ocurrió en el partido de ida tiene algo de misterio: Pellegrini le pidió a Nasri, Silva, Dzeko y Agüero que presionaran arriba, algo que no les sale con naturalidad. Al encajar el primer tanto, la defensa del City, temerosa, se echó atrás y los de arriba continuaron presionando la salida del balón, pero sin mucho éxito. No se corrigió ese desbarajuste y en el centro se crearon autopistas que los culés aprovecharon con su habitual mezcla de movimiento, comprensión de la situación y una precisión técnica. O sea, que todo pasa, como la inteligencia, por aceptar las limitaciones de uno.