Al equipo Red Bull no le ha gustado que el coche de Ricciardo, el único de los suyos que acabó el GP de Australia, fuera doblado por el ganador Hamilton. Así que han sacado del trastero la máquina de esparcir porquería para acusar a Renault de que su motor es una castaña, defender que la autoridad de Mercedes es insostenible, afirmar que la FIA a ellos les perseguía cuando ganaban y amenazar con retirarse de la Fórmula 1 si las cosas siguen igual. Tienen una visión del asunto que es muy respetable aunque no coincide con la mía, desde luego… Yo encuentro diferencias significativas entre ambas escuderías que hacen injustificable la pataleta que se han cogido los de la bebida energética. Entiendo que estén disgustados con la situación, pero de ahí a culpar al empedrado de todos sus males diría que media un abismo.

En Mercedes tan sólo han hecho su trabajo mejor que el resto, lo que por supuesto no tiene nada de ilegal (al menos que se demuestre, como también ha dejado caer Ecclestone, que la FIA les ayudó para obtener ventaja con el desarrollo de su unidad de potencia) y sí de acierto fruto del esfuerzo y una avanzada tecnología. Es verdad que la FIA instó en varias ocasiones a Red Bull para que modificaran sus coches porque Newey y sus chicos siempre han sido muy dados a moverse en el límite de la reglamentación técnica, a realizar interpretaciones de las normas que acarreaban riesgos. Una actitud valiente y plausible que les reportó a menudo sensacionales resultados… y que a veces les costó algunas rectificaciones. No se trataba de condicionar su acierto sino de penalizar sus excesos. Y pese a todo, ahí quedan sus ocho títulos mundiales (los cuatro de Vettel y los cuatro de constructores), sus victorias (algunas de ellas también casi insultantes para sus rivales), sus poles, sus vueltas rápidas… De persecución yo diría que más bien poco.