El Bernabéu es del Madrid, de sus socios. No es un bien mostrenco. Conviene aclararlo, porque hay cierta tendencia a verlo como un Estadio Nacional, a disposición de la Federación o del Estado para cuando quieran. El Athletic y el Barça se han puesto de acuerdo para pedirlo para la final, conscientes de que el primer impulso del Madrid será negarlo. Tendría su lógica que la final se jugara en él: gran estadio, más o menos equidistante y en la ciudad en la que vive el Rey, cuya copa se pone en juego. Además, la final dejaría un dinero a los vecinos de la ciudad cuyo nombre defiende el Real Madrid.

Pero el socio madridista no quiere, por dos razones, una deportiva y otra política. La deportiva es la ingrata perspectiva del Barça dando ahí la vuelta olímpica mientras suena su himno. La otra, que entiende que los numerosos separatistas de uno y otro equipo se complacerán más en pitar al Himno y al Rey en el Bernabéu que en ningún otro sitio y no quieren darles ese gusto. Veo que esta segunda razón pesa ya más que la primera. De manera que me figuro que Florentino dirá no, y esta vez sin ampararse en ninguna obra, sino en la voluntad de los socios, que ya se ha hecho voz en el estadio.

Florentino tendría una ocasión de dar el primer paso, de hacer pedagogía deportiva, invocando a sus dos colegas, Bartomeu y Urrutia, a que hicieran una proclama inequívoca y conjunta en favor de una conducta correcta de sus hinchas para la ocasión. (Bien podrían haber hecho ese llamamiento en la carta de ayer). Hace tiempo que falta generosidad y naturalidad en las relaciones entre clubes, pero yo no pierdo la esperanza de que entre todos aprovechemos la ocasión. Una final Athletic-Barça en el Bernabéu, el campo del diez veces campeón de Europa, engrandecería nuestro fútbol.