El Barça, Neymar y el palco del Madrid

Ganó el Barça al Madrid, con lo que le manda a cuatro puntos en la clasificación de la Liga. Hace sólo un mes estaba cuatro puntos por detrás. Esta perspectiva, más la de la final de Copa a su alcance (sea donde sea) y la evidencia de que el rival de cuartos en Champions (el PSG, sin Verratti ni Ibrahimovic en el partido de ida) es más abordable que el del Madrid (Atlético) podría certificar un momento feliz del Barça. Pero no lo es. Su presidente actual, y el precedente, están bajo amenaza de pena de cárcel por un artificio de ingeniería financiera en torno al fichaje de Neymar que el tiempo ha derrumbado.

Mal asunto. Con lo que uno sabe, cabe traducir este caso como la suma de dos factores indeseables. Uno, la eterna paranoia del Barça frente al Madrid, que se tradujo en su día en una débil explicación del club, cuando trató de justificar el entramado de ‘ingeniería financiera’ como una forma, se entiende que intrínsecamente noble por el fin perseguido, de evitar que el Madrid ganara la pugna por Neymar como ganó la de Di Stéfano. El otro factor es que hemos vivido tiempos insanos en los que valía toda forma de contar el dinero, desde Lehman Brothers a Bankia y demás. Leña al mono y ancha es Castilla.

Esto último se ha acabado y le ha pillado al Barça a contrapié, como a tantos otros, y no creo que haya otra forma seria de verlo que esta. Sí, cierto, las cosas del Barça son delicadas y este asunto se presta a poner en primer plano la inveterada desconfianza de Cataluña hacia los poderes del Estado. El desagradable espectáculo del palco del Madrid como concentración obscena de poderes no ayuda en este sentido. Pero tampoco puede servir de excusa. El Barça creó para Neymar un castillo de naipes tras el que parecía que cobraba menos de lo que cobraba. Han soplado y ha caído. Eso es todo.