Un lujo algo devaluado sin sentido

El fenómeno Marco Asensio se ha diluido de forma inversamente proporcional a su emulsión como estrella desde la llegada de Soler al banquillo del Mallorca. La exigencia por parte del técnico de un mayor compromiso defensivo y su desplazamiento a la banda han hecho que mengüe la luz que nos eclipsaba cuando Asensio monopolizaba los partidos del Mallorca y las crónicas se escribían al compás de sus actuaciones. Su clase le llevó a ser la disputa de los grandes de Europa, a firmar por el Madrid, a ser la tabla de salvación a la que se agarraba el mallorquinismo, que rezaba con cada uno de sus movimientos. El efecto ha perdido fuerza en el último mes, a la vez que crece el debate sobre la necesidad de hacerle sitio en el equipo.

Marco apostó por seguir en el Mallorca y olvidarse por el momento del futuro que le espera en el Madrid. Con sus condiciones debe tener un puesto en el equipo. Pocos comprenden el ostracismo al que se está viendo inmerso un jugador que ha demostrado una madurez impropia de su juventud. A pesar de la situación, Marco sigue entrenándose cada día con el objetivo de recuperar su rol y convencer a Soler y dar la razón a los que piensan que debe jugar siempre. El debate está servido. Y el futuro, incierto.