Domingo horribilis en el motor

Lo de Alonso se veía venir; lo de Sainz, también, porque su sitio está en los puntos, no en el podio; lo de Merhi sigue siendo, de momento, un sueño. Horas después comenzaron las motos. Primera sorpresa: ningún español en el podio de Moto3. A continuación, Moto2; también agua. Llegó MotoGP, y Márquez se sale en la primera curva. Gran remontada la suya. Ganó veinte posiciones en las primeras doce vueltas. Ahí se quedó. Delante, Lorenzo. Primero, segundo, primero... hasta que Rossi, Dovizioso e Iannone se fueron a por el podio. Sonó Il Canto degli Italiani. Si por la mañana lo había cantado con fuerza y rabia Arrivabene, director de Ferrari, en honor de su escudería tras el triunfo de Vettel, en la noche qatarí resonó con mayor fuerza.

Esto no ha hecho más que empezar, aún no hay nada ganado ni nada perdido, pero decepciones como la de ayer hacía años que no teníamos. Mientras el McLaren va a tardar tiempo en correr —“le falta mucho por hacer”, revela Alonso—, el Ferrari empieza a andar como un tiro. Durante la carrera, De la Rosa dijo que el Ferrari actual es “hijo de Alonso”, con lo cual la perplejidad es todavía mayor. Arrojada la toalla en la Fórmula 1, nos quedan las motos, donde mandábamos. Pero resulta que las Ducati vuelan, y Rossi ha recuperado su mejor versión con una Yamaha que va muy bien. Márquez y Pedrosa, con Honda, quizá se encontraban en inferioridad de condiciones, mientras que Lorenzo tiene que espabilar. De ser los reyes del mambo, a no pisar cajón. ¡Uff!