Sobre esta fea vulgarización del Barça

Estos últimos tiempos he escuchado muchas veces decir que el Barça hizo daño ‘porque muchos quieren jugar como él y no pueden’. Para respaldar esta afirmación se solía poner como ejemplo al Rayo, donde Paco Jémez ha instalado el buen gusto, que no entiende reñido con la modestia de medios. Por fortuna, los resultados le han dado la razón. El Rayo es el noveno, tiene 38 puntos, así que le podemos dar por salvado otro año más sólo con que gane un partido de los nueve que le quedan, o empate dos o tres. Quizá no necesite ni eso. Con buen gusto, arriesgando, cuidando el balón. Ahí está.

Lo pensaba anteayer mientras veía al Barça hacer lo contrario de lo que durante unos años le distinguió. El Barça juega ahora un poco a lo que salga, confiado en lo que resuelvan sus tres estupendos delanteros, y si ninguno de ellos está inspirado, agarrado en última instancia al corte oportuno atrás de Piqué. Y a la estrategia. Cómo estará el Barça que Xavi, que este verano tuvo un pie en Qatar (y lo sigue teniendo), aún se notó como un arcángel bajado del cielo cuando, a media hora del final, saltó al campo. Se notó que el equipo le echaba en falta. Todo se ordenó a su alrededor. Y sacó la falta decisiva.

Es curioso esto de que el Rayo, sin jugadores, haga por jugar bien, y que el Barça, que los tiene, permita que se le desparramen los partidos, en busca de poder resolutivo en las dos áreas. No dejo de reconocer que es una manera de ganar partidos. De hecho, ganó en Vigo y sigue líder. Pero algo se echa en falta, y más dado lo próximo que está el recuerdo de ese Barça excelso en el que Messi era la guinda. Ahora es un barullo al que o bien remolca Messi hasta el éxito o bien se hunde todo, Messi incluido, en la mediocridad. En días así sólo le queda la pizarra. Pero provoca la nostalgia de lo que fue y le hizo tan distinto.