Con goles de Cristiano Ronaldo y James

Ganaron los dos, Barça y Madrid, así que todo sigue igual. Lo del Barça se daba por descontado, ante la visita del Almería, que arrastra las cadenas de esa amenaza de tres puntos de sanción de la FIFA, por si fueran pocas sus dificultades naturales para sobrevivir en la categoría. Como tantos otros en los campos de los grandes, peleó con dignidad y salió goleado. Incluso pudo ser 3-1, pero su gol, alcanzado ya en el descuento, se fue al limbo por un banderazo del linier y pronto llegó la réplica del 4-0. En el fútbol de estos días visitar el Camp Nou o el Bernabéu es exponerse a una goleada. Ya se sabe.

Luego le tocó el turno al Madrid, que en la primera parte no pareció tomarse la persecución muy en serio. En la alineación de partida hubo la sorpresa, o no tanto, de que a Bale le había dejado de doler el pie. Eso del dolor de pie fue algo que anunció Ancelotti la víspera, pero que se resolvió en la noche, no sé si con agua de Lourdes, porque hace años que los servicios médicos del Madrid son muy opacos. El caso es que salió, se quedó fuera Isco, y el Madrid sufrió en la primera parte, con el Rayo dueño del campo y del balón. Lo de siempre: los tres de arriba mirando y la media en inferioridad de condiciones.

Pintó mal para el Madrid esa primera parte. Luego, desde el mismo dibujo pero desde un mayor interés colectivo, se impuso al Rayo. Fue cuestión de olvidar el 9-1, de recordar que el Barça había ganado, que hay que ganarlo todo y que tal y como están las cosas un empate es decir adiós a la Liga. El Madrid apareció en todas las zonas del campo y anduvo bien, al menos hasta el 0-2. Marcaron Cristiano (su gol número 300 en el Madrid, ahí queda eso) y James. Luego entró Isco por Benzema y el equipo se organizó mejor, ya sin ansia ni riesgo, a dejar pasar el rato. Y ahora, a esperar el Sevilla-Barça del sábado.