Por hacer llorar a Messi...

Hace ya 18 años que Luis Enrique marcó el gol de la victoria para el Barça en Sevilla. Ahora es entrenador. Y el portero al que batió aquella noche de lluvia, Monchi, uno de los directores deportivos más reconocidos del fútbol europeo en la última década. Los tiempos y el juego cambian, pero no la pasión por el fútbol en Nervión, que esta noche va a hervir como en los mejores días. Se juega la Liga, pero el Sevilla hace su marcha, que es la Champions. No es un Sevilla cualquiera. En puntuación, el mejor de su historia. Las dos últimas veces que terminó tercero, temporadas 2006-07 y 2008-09, sumaba 55 y 57 puntos respectivamente a estas alturas. Ahora tiene 61, pero su apoteósico curso no le asegura el regreso al jardín de los ricos.

El Sevilla pelea un lustro después por regresar a la Champions. Superó una transición dificilísima en la que fue desprendiéndose de sus héroes (Palop, Alves, Kanouté, Luis Fabiano). El valle devoró entrenadores (Jiménez, Manzano, Míchel, Marcelino) hasta que por ahí pasaba Emery, al que le vendieron a Navas, Negredo, Medel y Kondogbia y respondió con la Europa League. Este año, ya sin Rakitic (el primero que entraba en el vestuario, el último que se iba, intachable capitán) ha rematado un equipo reconocible y ganador. Con sello. Un hueso. Cuentan que Messi lloró por primera vez en un vestuario en Nervión, cuando el Sevilla fue el primer equipo que eliminó a doble vuelta al Barça de Guardiola. En Copa en 2010. También él tuvo que aprender a perder.