La autoestima hay que exhibirla cuando se tiene

España es un país que no se gusta a sí mismo, o que se gusta demasiado. Hay poca distancia entre una España y la otra, en ese sentido. Y quizá sea bueno, contra lo que generalmente se piensa, una buena combinación de las dos Españas, la que se quiere demasiado a sí misma y la que no se quiere tanto. El fútbol fue, hace unos años, un talismán de la autoestima; ahora hay quienes reniegan de haberse querido tanto y ya suenan los clarines del miedo. Ni tanto ni tan calvo. Aprovechemos la oportunidad de esta semana, por ejemplo, y digamos que el fútbol español (algunos nombres propios, de personajes y de clubes) han señalado con letras de oro su paso por los campos del continente europeo. Fíjense en el Sevilla, en el Barça… en el Oporto…

Unai Emery, Luis Enrique, Lopetegui. Los tres entrenadores españoles se han situado a la cabeza del ránking de los mejores del mundo de una tacada. A Unai Emery le sobra energía, a Luis Enrique le sobra carácter y a Lopetegui le sobran ganas… de triunfar. Este último lo ha hecho ante el cuarto (y el más importante) de esos entrenadores españoles que se la juegan en Europa, Pep Guardiola.

Pep es el maestro de algunos de ellos, sin duda, díganlo o no lo digan ellos mismos. Su derrota en Oporto ensalza a Lopetegui, igual que la derrota de Blanc (que fue del Barça) ensalza a su excompañero Luis Enrique, pues ambos jugaron de azulgrana. Emery es el verso suelto: es un hombre equilibrado hablando, y eso se agradece, pues es respetuoso con todo el mundo, periodistas y contrarios, mientras que Luis Enrique es seco (y eficaz) como un esparto.

Los cuatro (incluyo aquí a Guardiola, faltaría más) han aportado grandes cosas al fútbol. Emery, la sabia combinación entre fuerza y calidad. Luis Enrique, la visión pragmática de las enseñanzas estéticas de Pep. Éste, la sensatez con que combinó la eficacia con la belleza, hasta el borde de lo que significó para el Barça más glorioso el peligroso, y excelso, tiqui-taca. Lopetegui es la ilusión convertida en forma de juego; su nombradía alcanza, por lo que dice AS, las puertas del Real Madrid. Este es un barómetro: cuando el Madrid se interesa por un español como entrenador es que algo se mueve en sus entrañas, pues ya saben cuál es la historia del entrenador español (incluido el más célebre de todos) en el ámbito de la directiva blanca: duran lo que dura el gusto del presidente por el entrenador hispano.

Esta impronta del fútbol español esta semana en la Champions no deja a un lado el Atlético-Real Madrid, naturalmente; fue un partido excelente del Madrid en la primera parte y un partido muy adecuado del Atlético en la segunda… Ahora les toca la tercera parte, naturalmente, a todos ellos, al Sevilla, al Barça, al equipo de Lopetegui (y al de Guardiola), y al Cholo y a Ancelotti. Este último, es curioso, era el que más seguro estaba, y ya le están proponiendo sustituto. La fábrica de chicles de la que se nutre estará organizando venta masiva para el partido de revancha. Y no sé a quién le sabrá más amargo el chicle, si al argentino o al italiano. O a Lopetegui.