Guardiola, contra su propia obra

Llegó el dia. Tuvo que llegar. Y el propio Pep Guardiola lo sabía. “Tarde o temprano tenía que pasar”, dijo el míster del Bayern nada más conocerse su rival en las semifinales de la Champions: nada menos que el Barça. Su Barça. Aquel equipo con el que conquistó 14 títulos en apenas cuatro años, aquel en el que ya es leyenda y con el que aún disfruta como un niño chico cuando toma su localidad de abonado en el Camp Nou y aplaude las genialidades de Messi sobre el terreno de juego. Llegaron a criticarle en Múnich por dichas palmadas contra el Manchester City en el partido de vuelta de octavos. No se llegó a comprender por qué un entrenador de un equipo se alegraba por los goles de su rival, pero Guardiola es así. Siempre será culé, esté donde esté.

Si el doctor Müller-Wohlfahrt era símbolo del Bayern, Pep lo es del Barça. Pero, aunque él mismo llegó a negarlo ante los periodistas, su gran reto llega ahora cuando tenga que verse las caras ante sus ex y en unas semifinales de la Champions. Quizá sea el más grande en su carrera. No se trata simplemente de vencerle a un equipo, sino en cierto modo de vencerse a sí mismo. Han pasado tres años desde que dejó al club de su vida, pero el Barça sigue siendo el de Guardiola. Juega, gana y convence como él le enseñó en su momento. Pero ahora se acabaron las palmas a Messi. Para meterse en la final de Berlín, Guardiola tendrá que bajar del graderio a los banquillos del Camp Nou y destruir aquello que llegó a crear. Quién mejor para hacerlo que él mismo.