El ángel de la guarda de Torres

Siempre he pensado que Torres tiene un ángel de la guarda, distraído, pero que jamás le abandona. Cuantas más dudas despierta, cuantos más palos le dan, siempre en los momentos top, le pega ese empujón hacia el gol desde que despuntaba en el Europeo sub-17. La fe y constancia del Niño provocó el error de Bailly, para con su típica zancada, regatear a Asenjo y con un temple exagerado dar tres puntos que saben a Champions. Fernando está teniendo una actitud impoluta, jugando cada minuto como si fuese el último. Niño, sólo echo en falta algunos desmarques más dañinos, más directos, el venir a recibir y aguantar la pelota sin complicarte e ir cogiendo confianza en las tres primeras jugadas.

Tienes el apoyo y el respaldo de todo el mundo rojiblanco y eso lo debes aprovechar para ser más atrevido y no tener dudas a la hora de rematar, como te pudo ocurrir el día del Elche. El equipo que había controlado bien los primeros 45 minutos teniendo posesión y alguna ocasión clara, empezó a sufrir en la segunda parte ante los arreones de un Villarreal meritorio con un técnico, Marcelino, que el día que mi vocación de entrenador despierte, será uno de los que tengo en mayúsculas para verle y escucharle durante unos días. El Cholo lo detectó bien dando entrada a Saúl por un incómodo Mandzukic y un Arda al que se le está haciendo la temporada muy larga, revitalizando a los rojiblancos. Luego entraría mi admirado Raúl García por un Gabi que lleva dos partidos a gran altura. El gol del Niño provocó una piña entre sus compañeros, felices por el justo premio al trabajo ante la atenta mirada de un ángel de la guarda que abandonaba El Madrigal con la promesa de volver cuando el Niño lo necesite. Los que sí estarán seguro serán los cincuenta mil del Calderón que de nuevo empujarán a su equipo hacia el objetivo prioritario de principios de la temporada: clasificarse para la Champions.