De aquel Spa a este periodismo

Habría sido bueno tener a Zonta y preguntarle qué sintió cuando Hakkinen y Schumacher le adelantaron a más de 300 km/h en la vertiginosa Kemmel de Spa. Era el año 2000, ordenadores y cajeros automáticos habían sobrevivido al cambio de siglo y nos dejaban seguir viviendo. Una acción para la historia, con el finlandés vengándose del bloqueo de Schumi una vuelta antes. Llegaba Hakkinen a AS y los malos de la película nos auguraban un recital de monosílabos. Nada más lejos. Habló de F-1, de batallas de ayer y hoy, cuando Mercedes (de la que es embajador) domina sin despeinarse. “¿Aburrido? No sé si es malo para el deporte, pero para Mercedes no, desde luego”, bromeó Mika.

No quiso aclarar si su F-1 era mejor y se limitó a decir “times are changing”, a lo Dylan. Una frase que es como dejar la pelota botando. Habló de F-1, pero no sólo. Porque lo primero que hizo fue preguntar cómo nos las arreglamos para gestionar papel, web y TV, para dar con el “equilibrio perfecto” sin que ninguno de esos tres vértices del triángulo resulte dañado. Dice que debemos ser grandes profesionales y que sucede lo mismo en lo suyo, en lo de pilotar. Vértigos distintos. En nuestro caso, sin volar en los circuitos, sin que el estómago se nos encoja hasta hacerse un botón, sin ver pasar a Zonta sin saber que era Zonta.