Bale: el galés ausente

Se vieron demasiadas cosas extrañas y demasiadas carencias del Madrid en Turín, pero una de las más destacadas fue la misteriosa obcecación de Ancelotti por mantener a Bale en el terreno de juego a cualquier precio y casi hasta el final del partido. Se puede llegar a entender que el italiano tenga fe en un futbolista que aparece poco, pero que suele hacerlo en encuentros decisivos. Cualquiera que estuviese atento al partido no hubiera podido entender que el galés continuase trotando por el campo como si el asunto no fuera con él. Chicharito, en un cuarto de hora, hizo más que Bale en todo el choque. Si no estaba a tope físicamente no debería haber jugado, pero una vez en el once titular, tendría que haber salido mucho antes del tapete del Juventus Stadium.

Es verdad que hubo muchos compañeros que no dieron el nivel, pero ninguno estuvo tan desconectado y ausente como Gareth. Cuando la Juventus decidió endurecer el partido, el chico se escondió, y cuando el Madrid aceleró mínimamente no encontró ninguna colaboración en el de Cardiff. Un jugador de su caché y de su privilegiada posición en el vestuario, no puede inhibirse de una manera tan alarmante en un partido al que están alumbrando todos los focos. Un futbolista de su prestigio puede permitirse que no le salgan las cosas, pero es inaceptable que no tenga ni la voluntad de intentarlo. Fue un bulto sospechoso trotando por el césped hasta que su entrenador, por fin, se atrevió a retirarse del terreno de juego. Bale no jugó en Turín. Ni marcó ni sudó.