Cabezazo de oro de Goyo al Oporto...

Goyo Benito era un defensa de rompe y rasga. Los tenía cuadrados. Ahora hubiera competido con Cristiano en Valdebebas en las series de velocidad y de resistencia. Era un atleta y un madridista fanático. En noviembre de 1979 tocaba remontar un 2-1 de la ida en Oporto. Yo tenía 14 añitos y mi padre consiguió dos entradas. Grada Baja Lateral, en la parte de La Castellana. Fue angustioso. Fonseca, el portero de los dragoes, paró todo. La estrella del Oporto era el ariete Gomes, al que Benito ató en corto todo el encuentro. Pero nos hacía falta un gol y a quince minutos del final estábamos fuera de Europa...

En esas hubo un córner y Benito se olvidó de Gomes y se lanzó arriba para acudir al remate. Boskov, desde la banda, le gritaba enloquecido: “¿Dónde vas, Goyo? ¡Vuelve!”. Benito no le hizo caso porque su instinto le dijo que era el momento de su vida. Cunningham lanzó el saque de esquina con su maestría habitual y el héroe de Puente del Arzobispo entró como un toro al remate. Cabezazo de oro. Gol por la escuadra. Mi padre y yo abrazados y 120.000 madridistas alborozados en las gradas. Mañana puede repetirse el guión. La Juve tiene una defensa de acero y un porterazo. Pero el Madrid tiene de su parte el corazón. Y la historia...