Porca miseria

Varapalo. Me duele por esta afición maravillosa que recibió al equipo en los aledaños del Bernabéu como lo hacían los romanos cuando llegaban las Legiones tras sus conquistas. El calor infernal (¡36 grados!) se acompañó de un calor ambiental maravilloso. El himno de la Décima (de ahí venimos, que nadie lo olvide) cantado a capella por 80.000 almas. Mosaico espectacular, con el maestro Di Stéfano para liderar el asalto a la Vecchia Signora. El arranque fue magnífico, con el equipo lanzado por las bandas y los jugadores enchufados. El guión reflejaba un gol en la primera media hora. Y así fue. Penalti claro a James y Cristiano que no perdonaba esta vez. Su gol le permitía igualar a La Saeta en el histórico del Madrid (307) e igualaba a Messi en la tabla de la Champions (77). Todo salía a pedir de boca. Pero el Madrid se volvió contemplativo. Como en Turín. Se miraron al espejo tanto que hasta regresaron al campo tras el descanso con retraso. Todos iban repeinados y atándose las botas nuevas (como en la Fórmula 1, aquí también se cambian los neumáticos en boxes). Pero la Juve estaba esperando con el flequillo despeinado y la barba desaliñada. En un partido de hombres, hay que oler a sudor pútrido y llevar la camiseta rasgada. Así se intimida al contrario y no con las medias impolutas y la camiseta oliendo a Ariel algodonado...

Factor Morata. Los que me quieran acusar de ventajista es mejor que lo dejen para otra ocasión. Desde el primer día dije que Morata era delantero para el Madrid. Su perfil vanbastiano lo convierte en el nueve del presente y del futuro. Era nuestro. Como en su día lo fue Morientes. Y los dos nos han quitado dos Champions. ¿Por qué el hombre blanco se empeña en tropezar dos veces en la misma piedra? No olvido que Moratita jugó los últimos veinte minutos de la final gloriosa de la Décima y con su empuje puso su granito de arena para conquistar esa Copa de Europa para la historia. Pero eso no le valió para que abortaran su traspaso de Alto Riesgo. Creer que vendiéndolo protegías a Benzema es un error mayúsculo. Karim, como todos los mortales, necesita la mayor de las competencias para rendir mejor. Morata es madridista y por eso no celebró ni su gol de Turín ni el de su casa, el Bernabéu. Pero él fue el verdugo de esta eliminatoria. Ni El Apache Tévez, ni Pogba, ni Pirlo, ni leche migada. MORATA, con mayúsculas. Espero que su traspaso del verano pasado a la Juve nos lo explique ahora el director deportivo. Perdón, ¿existe en el Madrid esa figura?

Morata 2, Bale 0. Es lo que hay. El galés, que se queja a través de su agente de que sus compañeros no le pasan la pelota, ayer tuvo todos los balones del mundo para lucirse. Le buscaron mucho más que a Cristiano, pero Gareth tenía la mirilla tan atascada y bloqueada como en Turín. Erró en el tramo final un cabezazo idéntico al de Lisboa. Pero allí la enchufó. Ayer, al limbo. A Bale hay que empezar a exigirle mucho más. Su segundo curso ha sido peor que el primero, y eso es terrible en un jugador de su edad (25). ¿De verdad siguen creyendo algunos que será algún día Balón de Oro? Este no es el camino...

Dolor. Lo siento por mi amigo Gregor (“nací armenio para morir merengue”), Raúl y Paco de Alcalá, Jesús Cuevas de Socuéllamos y los peñistas de La Gineta (Albacete), Abarán, Rincón de Soto, El Prat, Camp de Morvedre, Medina del Campo, Peñarroya, Mieres y Gandía. ¡Vosotros sois el Madrid!