Cristiano celebró con rabia su enésimo hat-trick con el Madrid en Cornellá. El portugués es el primero que sabe que no ha estado fino en el tramo decisivo de la temporada y se le nota muy incómodo dentro y fuera del campo. Poco se le puede reprochar al delantero, que está siempre al frente del pelotón, pero es evidente que hay detalles que tienen que cambiar. Alguien le tiene que convencer (Ancelotti o el que venga) que aumentar trofeos individuales en su museo está muy bien, pero que está entrando en un momento de su carrera en el que tiene que empezar a dosificarse y a distinguir el polvo de la paja.

No puede ir con el gas a tope durante diez meses toda la temporada. Ni tampoco puede jugar los 90 minutos 70 partidos al año. Seguramente bajarán sus números, pero estará más descansado física y moralmente en el momento más necesario. Ya va servido en récords, ahora es momento de ser más prudente e inteligente. Conociendo su carácter, querrá seguir en la misma línea, pero alguien le tiene que señalar el camino para relajarse y variar el rumbo. No queremos más finales de temporada con el gesto contrariado y el físico castigado; es el momento de empezar a cambiar cantidad por calidad. Y es mejor que lo entienda en el Madrid antes de que se lo hagan comprender en otro sitio.