Hamilton y Mercedes tenían que entenderse

Punto final a la renovación de Lewis Hamilton con Mercedes. Un culebrón que se ha prolongado en el tiempo más de lo previsto, pero que se resuelve con un nuevo acuerdo entre las partes para las próximas tres temporadas de Fórmula 1. Era un trámite que debía concretarse aunque en realidad tampoco supone una sorpresa para casi nadie, al contrario, lo extraño hubiera sido que el piloto o el equipo hubieran decidido finiquitar una relación que tan provechosa resulta para ambos. Creo que estaban condenados a entenderse como así ha ocurrido, aunque los matices económicos seguramente han alargado en exceso las negociaciones, porque cada uno defendía su aportación a este binomio triunfador como palanca de presión.

Mercedes podía pensar que con su coche volador casi cualquiera podría ganar, de hecho el subcampeón es su segundo piloto, Nico Rosberg. Mientras, Hamilton hacía valer su condición de número uno en el Mundial y las complicaciones que causaría a su actual escudería de sentarse al volante de otro monoplaza competitivo, como pueden llegar a ser el Ferrari e incluso el McLaren. Un tira y afloja sazonado con declaraciones de ésas que sirven para jugar al despiste pero diría que todo más enmarcado en una especie de partida de poker que en una posibilidad real de ruptura. Cuando algo funciona tan bien como lo está haciendo este matrimonio tiene poco sentido que acabe en divorcio, así que se hacen los esfuerzos necesarios, las concesiones oportunas, para que la relación siga adelante.