La pelota no se tuitea, el enorme ejemplo del Señor Hernández

Despedida masiva. Las Redes Sociales fueron durante todo el día de ayer un clamor para despedir a Xavi Hernández, que anunció en rueda de prensa su decisión de abandonar el Barça tras 17 años de servicio en el primer equipo y 25 en la entidad. Fue la primera entrega de lo que se supone volverá a suceder mañana cuando reciba el homenaje que se merece en el Camp Nou y que podría tener continuidad en las dos finales que le restan por jugar. Esa masiva y larga despedida, acompañada de sus respectivos actos de reconocimiento no será por una vez desproporcionada. El Señor Hernández se merece eso y más.

La discreción. Xavi, un jugador sin peinados raros, sin pendientes ni tatuajes se ha ganado el respeto mundial jugando a fútbol. Ni más ni menos. Nunca fue un mediático que diera titulares altisonantes ni que entrara en polémicas. Más bien lo contrario, se esforzó en limarlas como bien es conocido al hilo de la Tormenta de Clásicos en la que medió con Casillas en beneficio de una Selección que ambos llevaron a lo más alto. Y todo lo hizo discretamente, alejado de los focos y los altavoces.

La paradoja. Es por eso que ayer las Redes Sociales se llenaron de mensajes de reconocimiento al capitán del Barcelona. Desde instituciones como la FIFA o la UEFA, pasando por la RFEF, hasta de compañeros como Pedro, rivales como Torres o Sergio Ramos, excompañeros como Bogarde o Trashorras. Todo el mundo quiso dejar patente su respeto y admiración a una figura gigantesca. La paradoja está en que, fiel a su manera de actuar discreta y eficaz, Xavi siempre ha huido de las Redes. Siempre fue reacio a utilizarlas, no quiere decir eso que no las use, pero nunca las tuvo como una parte básica del kit de estrella como parece que ahora es obligatorio según las leyes del mercado. Hasta en eso, Xavi ha sido un romántico empedernido. Un tipo que únicamente quería que le valoraran por lo que hacía en el terreno de juego durante 90 minutos.

Cambio de tiempo. Con su marcha, el fútbol pierde a un jugador que recordaremos como un clásico de otra época dentro de nada. Que se vaya al mismo tiempo que Steven Gerrard no es casualidad. Estos jugadores siempre valoraron más el campo que lo que le rodea. Por eso tendrán el eterno agradecimiento de la pelota. Y la pelota, no se tuitea.