Ese Barça que un día reinventó Cruyff

El Barça celebraba ayer con su rúa un triplete que, francamente, yo no esperaba. Y pocos lo preverían en el primer trimestre del curso, cuando Piqué no jugaba, Busquets andaba mal, Luis Suárez entró de extremo (cuando entró, tras la suspensión) y Luis Enrique le daba vueltas a la media, sin decidirse del todo por ningún trío. La situación hizo crisis al comienzo del año, cuando Luis Enrique dejó fuera a Messi en Anoeta y el Barça perdió. Entonces se produjo un encuentro entre Bartomeu y Messi que fue un secreto a voces. De ahí salió Messi con el mando. A Luis Enrique le tocó disimular.

Y apareció el equipo. La media Rakitic-Busquets-Iniesta, Piqué y Mascherano centrales fijos, Luis Suárez en medio, Messi arrancando desde la derecha y viniendo atrás. Y Neymar, claro. El papel de Neymar en este equipo solemos pasarlo por alto por la excelencia de Messi, pero ha marcado un montón de goles y siempre ha sido un puñal en el costado del contrario. El caso es que surgió un equipo primero capaz, luego brillante, finalmente campeón. Lo que ha pasado le dio sentido para mí a una frase que una vez me dijo Sacchi: “Cuanto mayor es el caos, más cerca está la solución”.

O quizá no fuera tanto el caos como muchos creímos. Hay algo instalado en el Barça desde que por él pasó Cruyff como entrenador que ha quedado ahí. Una escuela que no hace falta detallar, todos la conocemos. Un modelo que tiene variantes (este equipo busca la portería con más urgencia que el de Guardiola y tiene un contraataque que aquel no tenía), pero el sello está ahí. El Barça sabe siempre a qué parecerse. Eso le distancia del Madrid, en el que Florentino hace bocetos y los tira continuamente a la papelera. De ahí este segundo triplete en seis años, mientras Florentino prepara otro boceto.

*Este artículo fue escrito por Alfredo Relaño el 8 de junio de 2015, después de que el Barcelona consiguiera el Triplete.