Se consumó la final de baloncesto entre el Madrid y el Barcelona. La cuarta consecutiva de Liga con los mismos protagonistas; la séptima seguida contando la Copa y la Supercopa. Esto sí que es bipolarismo. Mientras ambos equipos han logrado mantenerse con el dinero que reciben sus secciones procedente del fútbol, los demás han acusado la crisis de patrocinadores y el recorte de las subvenciones públicas. Eso no quita para que el Barcelona pasara verdaderos apuros ante el Unicaja para alcanzar la final. Como el año pasado ante el Valencia. Mas para eso están los playoff, para eliminar en lo posible el factor sorpresa. Un equipo grande puede perder un partido, hasta dos, pero ¡tres de cinco, y encima el último en su propia cancha..!

Concedidas todas las ventajas al Madrid y al Barcelona, su cuarta final seguida está ahí. De las anteriores, dos fueron para el Barcelona y una para el Madrid. A este playoff parece llegar mejor el Madrid, después de la imagen que dejó el Barcelona en sus tres últimos partidos. Mas de este equipo nunca hay que fiarse. Para lo bueno y para lo malo. Mientras tenga genios como Navarro, todo puede suceder. Navarro llevaba 67 minutos sin anotar un triple. Contabilizaba 15 fallos desde que anotara el último en el primer partido ante el Unicaja —de ahí los males del equipo—. Pues tuvo que ser él, con un triple, quien rompiera el empate a 72 y acabara decidiendo el partido. Eso sí que fue atrevimiento para lanzarlo y magia para meterlo.