El profesor se impuso al alumno

Cuando Rossi debutó en 1996 en el Mundial de 125cc, Márquez tenía tres años y un mes. Casi nacen el mismo día, uno el 16 y el otro el 17 de febrero, pero se llevan catorce años de diferencia. Lo que hemos visto en Assen es como si ponemos a competir en la misma carrera a Kenny Roberts con Mick Doohan o a Mike Hailwood con Eddie Lawson. Algo así sólo se podía hacer en el modo historia de la PlayStation. Rossi y Márquez han hecho real lo que estaba reservado para un videojuego. No fue un duelo a muerte, se quedó en un combate con apenas dos crochet... y un directo que casi acaba con los dos KO, pero las dosis de suspense suplieron de largo la ausencia de adelantamientos. Era normal. Valentino se está jugando el título. Y vaya si lo está haciendo.

Por su parte, Marc no podía volver a fallar. Rossi ha hecho el fin de semana de su vida, con pole incluida. Nunca le he visto tan motivado, ni tan concentrado. Márquez estaba más moderado o su Honda no le permitía mucho más. Lo de la última curva es de manual de piloto, tenía que intentar ganar. Tampoco es censurable el recto de Valentino, ya que no tenía otra escapatoria. Los dos han protestado y los dos tienen razón. Los de Márquez se la dan a Marc; los de Rossi, a Valentino. El motociclismo se la da a los dos. Una pena que Lorenzo no tuviera su día. Llegó a Holanda a un punto del líder y se va a diez. El sentido común dice que este Mundial está entre los dos de Yamaha, pero quedan 250 puntos y para Márquez no hay nada imposible. Ni siquiera remontar 89 puntos.