El bien más preciado del Madrid

El Madrid es rico. Y no porque aparece como el club de fútbol que más dinero ingresa cada año, ni porque Forbes le considera como la entidad deportiva más valorada del planeta. Ni siquiera por todos sus títulos, por el renombre de sus estrellas o la majestuosidad de su estadio. No, la mayor riqueza del Madrid reside en su universalidad. Desde España, ese club irradia en todas partes. Es un bien preciado que se cultiva desde que los Merengues empezaron a conquistar las primeras Copas de Europa. Por ello no es de extrañar que en países como Irak, donde la guerra y el miedo son el pan de cada día, el Madrid sea uno de los pocos motivos para sentirse feliz.

Tuve ocasión de comprobarlo directamente hace dos años al visitar el norte de Irak, exactamente la región autónoma del Kurdistán. En el primer bar en el que entré, la televisión ponía imágenes de Florentino Pérez y de Cristiano. Los habitantes me contaron entonces su pasión por el Madrid y me explicaron que cuando el club blanco ganaba un partido salían a la calle a festejarlo. Con tiros de Kalashnikov incluidos… Aluciné cuando vi que un polideportivo de la ciudad de Sulaymaniya se llamaba El Clásico (en español) y que estaban pintados los escudos del Madrid y del Barcelona en la pared. Increíble…