Marc Coma quiza necesitaba un cambio de aires

Cuando Marc Coma visitó AS el pasado mes de enero, después de ganar su quinto Dakar, tuve la sensación de que no tenía muy claro que quisiera seguir compitiendo en moto. No es que le viera cansado físicamente pero quizá sí mentalmente, tomando conciencia de que cada año defender su título le iba a resultar más complicado y, sobre todo, más arriesgado. No me hubiera extrañado entonces su paso a los coches, parecía la salida natural en sus circunstancias aunque también tenía claro que sólo lo haría con ciertas garantías. Me alegró mucho cuando finalmente optó por renovar con KTM y dar continuidad a su pasión por las dos ruedas, suponía todo un aliciente para la competición, una garantía para los intereses españoles y una satisfacción personal para mí, que tanto admiro al de Avià.

Ahora nos sorprende a todos anunciado una retirada imprevista. Quizá ha encontrado el argumento que necesitaba para dar ese paso que le costaba: admitir que el tiempo de las motos ha pasado para él. Ser director deportivo del Dakar no es una mala alternativa, aunque todo lo que me alegró su continuidad me entristece ahora su despedida. Sin embargo, lo entiendo perfectamente. Coma se asoma a la frontera de los cuarenta y, por propia experiencia, sé que a partir de esa edad ciertas percepciones, algunas prioridades e incluso muchas preocupaciones van cambiando. Él mismo afirma que ese momento le ha llegado y por supuesto que tiene todo el derecho del mundo a ejercer esa decisión, por mucho que le vayamos a echar de menos. Sólo podemos darle las gracias por cuanto nos ha hecho disfrutar y desearle lo mejor en su nuevo desafío.