¡Sensatez en el basket!

El Ourense no puede subir a la ACB. El Burgos, tampoco. Como ya le sucedió el año pasado. Por este trance han pasado en los últimos cuatro años el Menorca y el Alicante. Por ello, el Estudiantes, el Guipúzcoa, el Manresa y el Fuenlabrada no han descendido. Cuando esto se repite tanto, hay un problema. Los equipos buenos tienen otro: si no se llama Madrid, Barcelona, Unicaja o Baskonia le será muy difícil jugar la Euroliga aunque quede por delante de ellos. Reciben trato de favor independientemente de como queden en la Liga. Ya casi sucedía antes cuando Querejeta se inventó para ir a la Euroliga un ranking que computara las últimas temporadas. El Baskonia, así, quedaba a salvo de que un equipo revelación le quitará el puesto.

De estos vicios no ha sido ajena la Liga femenina, que daba paso a jugar la Euroliga, no al campeón, sino al que lo hubiera hecho mejor en los tres últimos años, como en la ACB. De ahí ha venido el problema del Uni Girona, que la Federación ha subsanado. Se trata de normas extrañas, desconocidas y que atentan contra el sentido común. Pongamos un poquito de él en el baloncesto. Algo mal se estará haciendo cuando todo son problemas. Otro: cada temporada se producen renuncias para jugar las competiciones europeas, porque se gasta más de lo que se ingresa. Ya no se trata sólo de malas audiencias o inestabilidad en las plantillas, sino de cuestiones básicas. Estabilidad, en una palabra, que es lo primero que quieren los patrocinadores, por cierto.