El golf presume de ser el deporte más practicado del mundo, y podría ser verdad por tres razones. Hay un control exacto de jugadores, lo cual no existe en la mayoría de los otros deportes, su práctica es masiva en países superpoblados como son Estados Unidos y Japón, y se puede empezar a jugar incluso a edades muy avanzadas. Cuestión al margen es su seguimiento. El golf no resiste la más mínima comparación en cuanto a popularidad con respecto al fútbol, al baloncesto, al ciclismo, a las motos, etc. Al menos en España. Y eso que aquí hemos tenido a todo un Ballesteros. Pero en el golf salen de vez en cuando jugadores cuya notoriedad supera la del propio golf. Se convierten en deportistas universales. Ejemplo: Tiger Woods.

Pues este año ha aparecido un joven, diríase chaval incluso, que lleva camino de superar los registros del mismísimo Woods. Se llama Jordan Spieth y tiene 21 años. En el golf ya es toda una autoridad; en el resto del mundo comienza a saberse de él. Como gane este British Open la va armar. Haría 62 años que no se produce nada igual. Este igual es ganar los tres primeros torneos de Grand Slam (Masters, US Open y British Open) seguidos el mismo año. Y si ganara ya el cuarto (el PGA, el próximo mes) sería la repera. Sólo se ha dado una vez en la historia, y en 1930. Mas no adelantemos acontecimientos. Sólo quiero advertir sobre la presencia de este chico, capaz de hacerlo todo bien sin inmutarse ante las vacas sagradas del golf. ¡Lo nunca visto!