De aquellos barros, estos lodos

De ganar por 0-2 a Rusia, a perder por 3-2. Fue una gran sorpresa. Los rivales eran asequibles, la pista no resultó tan rápida como se esperaba y el público fue muy correcto. Pero la Davis es así. En cuanto se tuercen un poquito las cosas, la presión acaba siendo tremenda. Cuando un tenista disputa un torneo del circuito ATP, juega él solo, y cuando pierde apenas nadie se entera, salvo casos muy concretos. En la Davis no juega solo, juega un país entero, que se alegrará o se desilusionará por el resultado. Por eso hay jugadores que no quieren saber nada. Sobre todo si la eliminatoria es fuera de casa, donde se le encoge el brazo a cualquiera que no sea un número uno. Robredo, Andújar, Marrero y Marc López no lo son, y perdieron. Nada que reprocharles.

Al contrario. Se ganaron el respeto al aceptar la responsabilidad de afrontar un compromiso que otros no se atrevieron ni este fin de semana, ni en las últimas ocasiones. Rusia nos ganó, pero la derrota ya venía de atrás. De cuando hubo jugadores que se borraron en las eliminatorias frente a Alemania y Brasil, lo que le llevó a manifestar a Moyá tras su dimisión como capitán: “Un tío de la calle que hubiese traído a Rafa y a Ferrer, es más válido que quien más sepa de tenis en el mundo”. Por eso el nombramiento de Gala León era algo anecdótico. Pero los jugadores lo aprovecharon para desviar la atención, y vino todo el lío que acabó con Nadal lanzando un mitin en pleno Wimbledon. Resultado: de aquellos barros vienen estos lodos.