Para que se quede don Pedro Rodríguez

Pedrito. Dejó de llamarse así para ser Pedro, por iniciativa de Manu Oliveros, antes en la Ser, ahora en la Cope. Primero Oliveros hizo que dejaran de llamarlo canario, a lo que tenía derecho Pedrito; pero más concretamente es de Abades, un pueblecito donde empieza el viento en el sur de Tenerife, junto a El Médano, donde están sus restaurantes favoritos. Sus padres son gente humilde, y él no ha dejado de tener ese gesto tímido y considerado de los isleños acostumbrados a ganarse el pan con el sudor del ánimo. Ese carácter que un día fue aniñado lo colocó en el lado de los pedritos, y fue Oliveros el que hizo que lo llamaran Pedro y que recordaran que es de Abades y no de cualquier sitio.

Pedro. Desde que fue Pedro no cesó de escalar posiciones en la tabla del fútbol, hasta que llegó a la Selección, al lado de Del Bosque, que a mí me da que se parece a él: esforzado, educado y buen amigo que se lleva bien con todas las camisetas. No compite por un gol, y baja y sube como si fuera una cantimplora que se regala cuando el otro tiene sed. Marcó goles memorables, uno de los cuales, el que anotó ante la Real Sociedad, cuando el Barça aún no lo veía claro, lo convirtió en Don Pedro. De Abades.

Don Pedro. Y ese don Pedro, el autor de la mejor chilena de la temporada, fue saludado aquí como la gran contribución del de Abades a una temporada más que redonda. A lo largo del año alternó el banquillo con las sustituciones breves o alargadas; en ningún momento, ni un mal gesto, ni un codazo al delegado de campo o al entrenador. Disciplinado como un amigo de todo el mundo, este Kim de la India del Barça le dio al equipo muchas alegrías, y los aficionados celebramos en su momento que la directiva nos diera la alegría de prolongarle el contrato. Así se lo dije: don Pedro, felicidades.

Rodríguez. Y ahora vienen muy relevantes rumores (que quizá ya se han sustanciado, cuando se cierre esta edición de AS) que indican que Pedro puede interrumpir su largo viaje en el Barcelona para probar otros aires anglosajones. Los que vimos como Guardiola rescataba para el equipo grande a este muchacho cuya nobleza no ha sido disminuida ni por la fama ni por la titularidad (ni por el banquillo) hemos de sentir sin duda que su presencia en el vestuario y en el banquillo no siga dando los beneficios que también dio en el terreno de juego.

Ledesma. Así que don Pedro Rodríguez Ledesma, un talismán barcelonista, puede dejar de ser para los seguidores canarios (los de Abades y los de cualquier parte) ese lado del corazón que emitía desde el Nou Camp las señales que dejó en ese estadio la cantera canaria de todos los tiempos, desde Foncho a Vicente. ¿Toca decirle adiós? Entre canarios no se dice adiós, se dice hasta más ver, que son señas de volver.

Benítez. Y toca entonar un bravo por Rafa Benítez, por su modo de concluir la lamentable polémica alimentada por Mourinho.