Las trampas del atletismo

El atletismo ha sido siempre un deporte bajo sospecha. Ahora un informe de la cadena alemana ARD y del diario británico Sunday Times socava aún más su credibilidad al revelar que los controles de al menos 800 atletas, decenas de ellos medallistas olímpicos, presentaron indicios de dopaje por sus valores anómalos. Teniendo en cuenta que en la actualidad hay 295 atletas sancionados, si a éstos se les sumara casi un millar más, nos quedábamos sin atletismo. Esto me recuerda, hace años, la ironía de un empleado del laboratorio antidopaje de Madrid cada vez que aparecían positivos de atletismo: “O son de corredores populares o de extranjeros. Los atletas españoles son muy limpios, muy listos o no pasan controles”.

Al atletismo le hace falta una ley de punto final. Se han hecho tantas trampas, que media humanidad no ha visto ni tenido noticias de un récord femenino de 800 metros. El vigente lo consiguió la checa Jarmila Kratochvilova hace 32 años. Fue tan bestial (1:53:28) y seguida de otros registros similares, que la mejor atleta del año en esa distancia ocupa el puesto 71 en el ranking mundial de todos los tiempos. Pero no es sólo ese récord. Hay otros veinte con más de veinte años de vigencia, procedentes de los tiempos más oscuros. Pero, curiosamente, sólo se ha parado el reloj en algunas pruebas. En otras siguen cayendo los récords. Tal es así que las marcas de Ben Johnson, paradigma del dopaje, han sido superadas por ocho atletas. Cosas del atletismo.