Benítez cambia brillo por seguridad

Siguen las buenas sensaciones. El Madrid ganó bien al Tottenham, en un partido relajado en el que hizo pesar su superioridad de manera casi insensible. Otra vez la portería a cero. En cinco partidos el equipo sólo ha encajado un gol, y en un penalti pitado de aquella manera. Eso sí: está cambiando vistosidad por seguridad. Los laterales suben menos, el equipo no se desorganiza, la distancia entre líneas es buena. Hay menos ataque y menos remate, pero el modelo confía en que de la calidad de los de arriba caigan dos o tres goles los días que menos. Y así es, porque hay atacantes de enorme talento.

Lo de ayer lo encaminó un pase soberbio de Isco a la cabeza de James, que apareció por sorpresa entre los centrales para cabecear impecablemente. Antes de eso, el larguero primero y una buena mano de Vorm luego habían dejado a Jesé sin abrir el marcador, y bien que lo había merecido. Está rápido y vivo. El otro gol lo marcó Bale cerca del final, con generosa colaboración de la zona de atrás de su ex equipo. Ese gol le viene de perlas, porque no había hecho nada ni se termina de entender el privilegio de colocarle en su puesto favorito, en el que pierden valor sus mejores condiciones y se le ven los defectos.

Casilla dejó otra vez buenas sensaciones. Aunque no fue muy exigido, hay algo en su actitud que convence. Benítez le incluyó en una alineación que de salida reunió a todo lo mejor, descontadas las ilustres ausencias de Benzema y Cristiano. Pareció un respaldo. Veremos qué pasa hoy. Por lo demás, el partido sirvió para la aparición de Asensio, que en lo poco que jugó mostró una soltura prometedora. Borja Mayoral sólo tuvo ocho minutos y apenas pudo hacer otra cosa que porfiar. Y hoy, la final contra el Bayern, el partidazo del verano. Ganarla completaría una pretemporada de verdad rumbosa.