Bahamontes, amor al ciclismo

Federico Martin Bahamontes, de nombre real Alejandro, es uno de los personajes más importantes en la historia del deporte español. Ganador del Tour nada menos en los tiempos en los que no éramos nadie. Si ahora ganar el Tour es una proeza, imagínense hace más de cincuenta años. Rey de la montaña, además, en seis ocasiones. De ahí lo del Águila de Toledo. Mas no viene al caso su palmarés para el tema que nos ocupa. El tema es la Vuelta a Toledo que dirige Bahamontes y que este año cumple cincuenta años. Una Vuelta que si no fuera por él seguramente no se celebraría, pues es el alma de la misma. Vuelta modesta donde las haya, pero tan imprescindible como las grandes. De otra manera no habría cantera.

Es difícil imaginar a un hombre de 87 años, y encima con un palmarés por el cual es leyenda del deporte, yendo de tienda en tienda, de despacho en despacho, buscando recursos para sacar adelante la carrera. Pues ese hombre no es otro que Bahamontes, quien demuestra un amor al ciclismo sin límites. A él no se le caen los anillos por organizar una modesta carrera, ni por hacer mil y una llamadas para ver si le reciben. La Vuelta a Toledo está por encima de todo eso. Hasta de él mismo. O al menos así lo considera. Mas no es así. La Vuelta a Toledo es el propio Bahamontes personificado. Por eso entre todos tenemos que hacerla tan grande como Bahamontes fue y es. Porque hay que ser grande para hacer lo que hace. Tan grande que sólo él es capaz de hacerlo.