Simeone, Griezmann y el 31 de agosto

Decía ayer Simeone en entrevista en este periódico con Piculín Díaz que hasta el 31 de agosto no estaría tranquilo respecto a la composición final de la plantilla. Quizá lo que estuviera temiendo fuera una venta de Griezmann, sobre el que en Francia siempre hay rumores. O cualquier otra baja que le desmontara los planes en marcha y el trabajo de todo este mes. Si lo traigo aquí es porque lo que piensa Simeone lo piensan casi todos los entrenadores hasta que termine agosto. Trabajan durante un mes sobre unos supuestos que no siempre se cumplen. Llega septiembre y tienen que rehacer planes.

Una de las cosas que entiendo mal del fútbol, del europeo en este caso, es que las plantillas no se cierren hasta la noche del 31 de agosto. Para entonces ya están en marcha las ligas nacionales, se han depurado las previas de las europeas y se ha trabajado durante más de un mes, en algunos casos bastante más tiempo, en una pretemporada que queda en el aire. Mientras los equipos se entrenan, viajan y hacen bolos en los que los entrenadores prueban sus cosas, entran y salen jugadores en gran número, movidos por la volatilidad del mercado. El trabajo pierde un porcentaje muy alto de su utilidad.

Nadie ha sabido nunca explicarme por qué no se cierra el mercado antes, el 31 de julio, pongamos por caso. Los entrenadores tendrían claro desde el 1 de agosto lo que tienen y lo que no. Y los jugadores sabrían a qué atenerse. Ahora mismo, De Gea no sabe dónde va a jugar, ni Pedro, ni quizá Otamendi o hasta Benzema. Y tantos y tantos. Ahí anda Sergio Ramos todavía, y su caso me hace recordar que hace diez años empezó la Liga en el Sevilla y la segunda jornada ya la jugó con el Madrid. En fin, que la preocupación de Simeone es compartida por muchos, entrenadores y jugadores. Y sería fácil resolverlo.