San Mamés vivió una noche excepcional, de las que entran pocas en la Historia. ¡Cuatro a cero a este Barça! La Gabarra otra vez como tema de todas las conversaciones, después de 31 años. Fue un gran partido, en el que el Athletic castigó certeramente los errores del Barça, que acudió acusando la fatiga de Tbilisi, con una alineación de circunstancias, y con un aire medio despreocupado como dando por sentado que la verdad se habría de decir en la vuelta, el lunes, en el Camp Nou. Bueno, pues así será. Falta el lunes en el Camp Nou. Pero el 4-0 final brilla como una cima casi imposible de superar.

El partido se le empezó a enredar al Barça con una melonada de Ter Stegen, que fue donde nadie le reclamaba a por un balón sin peligro para rechazarlo de cabeza hacia donde menos debía; lo cazó San José, lo controló y lo reexpidió de vuelta con un toque magistral. El accidente aleló más al Barça y creció al Athletic. Con todo, se llegó al descanso sin más goles y al regreso del mismo el partido pudo tomar otra dirección, con un tirazo de Pedro al larguero y un buen remate de Messi que paró Iraizoz. Pero en eso Sabin Merino se escapó magníficamente de Alves, centró y Aduriz metió un cabezazo formidable.

Gran gol, por belleza e influencia. Derrumbó el apunte de reacción del Barça, que quedó definitivamente atontado. A los dos siguientes (también de Aduriz) contribuyó seriamente el Barça, con errores de bulto. No hubo reacción, a pesar de los cambios de Luis Enrique. El Athletic, San Mamés, la lluvia, los cuatro goles... Un cuadro demasiado imponente para un grupo que llegó a Bilbao pensando en un trámite que había que pasar antes de levantar la copa en casa. Pero el Athletic tiene algo que viene del fondo de los tiempos, que no se puede desdeñar. Ahora estamos abocados a un glorioso partido de vuelta.