Está claro que Van Gaal va a intentar poner la zancadilla a De Gea hasta el final. Desde que el holandés, enfurecido, deslizase que el portero se había negado a jugar, los aficionados del Manchester se han vuelto contra su jugador favorito hasta la pasada campaña. El chico y su entorno han desmentido esa información malintencionada y dañina, pero el mal está hecho y la situación es irrespirable. El toledano está siendo el más perjudicado del pulso de gallos entre clubes y, aunque es un tipo tranquilo, empieza a torcer el gesto por el marrón que tiene encima. No es plato de buen gusto que todos los aplausos que se ha ganado con su trabajo y esfuerzo se estén convirtiendo en insultos porque la situación no termina de desbloquearse.

El técnico holandés, perro viejo, sabe que va a ser imposible retener al jugador, pero quiere ponerse la dudosa medallita de amargarle hasta el final. Si hubiera puesto tanto empeño el año pasado en sacar más rendimiento a su plantilla igual no tendría que estar a estas alturas jugando previa de Champions con su mejor portero deseando perderle de vista...