Viva el fútbol, y que viva siempre

El aficionado. Conozco muchas injusticias en la vida; las conoce todo el mundo. Pero hablemos de fútbol: la mayor injusticia que conozco es el desprecio por aquellos que lo aman y por lo que significa este deporte. Se sigue diciendo que el fútbol es el opio del pueblo y estupideces que son más propias del mundo del Twitter o del Facebook que del mundo de la lógica deportiva. El fútbol ha dado respiración a muchos sentimientos, y estos son longevos. Ahora que empieza la Liga se ha vuelto a decir: ¿por qué tanto fútbol? Pues porque el fútbol concita pasiones nobles y educativas; el fútbol no es tan sólo un negocio, la Liga no es tan sólo de los directivos, de los agentes y de los futbolistas. La Liga es del aficionado, de los niños y de la gente.

El Athletic. Y el aficionado tiene muchas veces su recompensa. Durante 31 años el equipo de Bilbao, el Athletic, del que todos alguna vez hemos sido o seguimos siendo aficionados, no se llevó un trofeo a sus vitrinas. Con una constancia que maravilla, sus aficionados siguieron yendo al estadio, vieron cambiar éste de lugar; vieron cambiar directivas, jugadores; vieron cómo se iban por la puerta de atrás o por la puerta grande a futbolistas fuera de serie que durante algunos años fueron parte de su peculiar plantilla, en la que no entran quienes no se formaron en su entorno.

Ganar. Para esos aficionados ganar no es el único asunto de la trama. Como para los viejos que llevaban a sus nietos a ver los partidos de infantil o juvenil, aquí se trataba de ver fútbol, de emocionarse tan sólo con la jugada en sí, no con el objeto más competitivo de las jugadas. Y el Athletic dio al final con el Barça en tierra, y ahora el equipo azulgrana, uno de los grandes del mundo, obligado a ganar para seguir siendo grande, le tiene que hacer los honores al campeón vasco de la Copa de las Copas. Eso hace que un aficionado respire un siglo más si hace falta.

Valerón. Y están además los jugadores que son aficionados de veras a los equipos en los que militan, para los que han vivido siempre. Juan Carlos Valerón, que ya peina las canas de un veterano que en otras circunstancias estaría en el equipo técnico o de delegado de campo (como el gran Quini gijonés, que se le parece, y que ahora ya deja de estar en la banda para ser parte de ese equipo técnico del Sporting), inicia la temporada en Primera; la Unión Deportiva Las Palmas ha premiado su contribución y su afecto; así homenajea a un gran futbolista y a la vez premia a un emocionante aficionado. Por verle a él, por ver la paciencia bilbaína, por ver ese afecto que el fútbol desprende merece la pena este deporte. Hasta el último suspiro diré ¡Viva el Fútbol!