La sonrisa de Messi y el guiño de Cristiano

Esta portada de AS de ayer, en la que se ven los dos gallos frente a frente, Cristiano y Messi, vale tanto para las hemerotecas como para la consulta del psiquiatra. Ignoro cómo la hubiera pintado Picasso, pero es también un cuadro cubista: es la imagen de dos personas a las que ha enfrentado la vida en el mismo oficio y en posturas diametralmente opuestas, como si fueran el ying y el yang del universo. Todo en ellos, menos el oficio, es distinto.

Vayamos por partes, empezando por la propia portada. El AS es un gran periódico deportivo; es, además, mi periódico. Su raigambre es madridista, como no podía ser de otra manera, pues en el madridismo está su público y sus redactores mojan su pluma en un corazón bastante blanco. Pero es un periódico, y no es capaz, por supuesto, de torcer el gesto ante el triunfo de un adversario. En este caso, el adversario es Lionel Messi, y el amigo es Cristiano, sin el cual el madridismo actual sentiría una tremenda orfandad. Lo que pasa es que en esta fotografía quien sonríe es Messi y el que parece más ausente de la sonrisa, y de la propia ocasión de la foto, es Cristiano Ronaldo.

¿Qué pasa? La fotografía es una crónica de lo que ha sucedido. A lo largo de la temporada un futbolista y otro han estado compitiendo en estatura y en estadísticas; en estatura futbolística, naturalmente, porque ambos son los dos mejores futbolistas del mundo, separados quizá por un pelo. Y en estadísticas, porque del mismo modo que uno mete una cantidad desorbitante de tantos, el otro mete los mismos o más, y viceversa. Eso debe ser para ambos un martirio; sé del martirio de Messi, o creo saberlo, pues alguien me contó un día que el astro argentino preguntaba en algunos partidos cuántos goles había metido su oponente para juzgar si era bueno o no acentuar el ritmo.

Los dos aspiran a lo máximo en el fútbol, que es su vida; y en esta ocasión que refleja la portada de AS esa circunstancia se refleja como un acta notarial: resulta que uno, Messi, ha sido elegido el mejor jugador del año por la UEFA. Naturalmente, Cristiano Ronaldo tenía igual ambición; pero no era la suya la ambición de igualarlo, sino, por supuesto, de sobrepasarlo. De ahí viene el guiño de Cristiano: sus ojos se desvían hacia una altura a la que Messi no consigue llegar. Mientras que Messi mira hacia un lugar indeterminado del cuerpo de Cristiano (porque obviamente está sonriéndole a otro) para recibir así, sonriendo, el parabién que se merece.

¿Y el guiño de Cristiano? Me parece que harían bien los lectores del AS, y los seguidores del Madrid y del Barça, en conservar esta portada, pues la temporada que sigue va a ser la respuesta a la sonrisa de Messi y al guiño de Cristiano.